La comarca norte de Gran Canaria constituye un destino por descubrir, un territorio hermoso lleno de contrastes que combina a la perfección la brisa fresca del litoral, con los abruptos relieves que dan forma a los profundos barrancos, configurando un paisaje único y diverso, siendo una parte del territorio
Reserva Mundial de la Biosfera.
Se abre ante el viajero un abanico de posibilidades que le harán vivir una experiencia diferente, en contacto directo con la naturaleza, el paisaje, el mar, el patrimonio, la cultura y la identidad de un territorio que aún conserva sus valores tradicionales, que se ponen de manifiesto durante la celebración de sus fiestas, referente popular de Gran Canaria.
La variedad y calidad de los productos locales les abrirán el apetito y la curiosidad del visitante, que se encontraba en cada municipio la posibilidad de degustar la gastronomía más popular, donde el pescado fresco del día, los plátanos, los tomates, el gofio, el café de Agaete, los vinos y licores, cobran un protagonismo destacado.
El Norte de Gran Canaria conserva el legado de su historia, la huella aborigen dejada por los antiguos pobladores de la isla, o los casos históricos, donde la arquitectura tradicional canaria se abre paso entre calles adoquinadas, históricos jardines, emblemáticas iglesias y rincones con encanto que esperan la fotografía exclusiva del viajero.
Una historia marcada por su carácter insular y, en el caso del Norte de Gran Canaria, por una
villa portuaria marítima que condicionó el devenir de su propia historia,
Agaete.
La importancia de Agaete desde la época prehispánica unida a los 536 años desde su fundación por los castellanos, ha sido principalmente por sus tierras fértiles y su situación estratégica en relación con las comunicaciones marítimas.
El abrigo marítimo en la zona costera donde se localiza actualmente el núcleo poblacional del Puerto de Las Nieves, facilitó durante la época de la conquista de Gran Canaria en el siglo XV, el desembarco de las tropas castellanas y su posterior avance terrestre hasta la corte aborigen de Los Guanartemes, en la actual ciudad de Gáldar, cuestión documentada en las crónicas de la conquista de Gran Canaria.
Debido a las condiciones climáticas, a la fertilidad de sus tierras, a la abundancia de agua y a la cercanía y facilidad para las maniobras de las embarcaciones, Agaete se convirtió en un emporio azucarero durante el siglo XV- después de la conquista-, como consecuencia de la venta de las fincas que ocupaban desde el actual casco urbano de Agaete hasta la playa de Las Nieves, por parte del conquistador Alonso Fernández de Lugo a los comerciantes genoveses, con lo que Agaete y su mar cobraron una gran relevancia política, social y económica, al tener desde entonces plantaciones de caña de azúcar y un ingenio azucarero- actualmente en rescate y acondicionamiento-,cuando el azúcar dominaba la economía y se comercializaba con Flandes.
Como consecuencia de aquellas relaciones comerciales, Agaete cuente desde entonces con un conjunto pictórico flamenco- conocido popularmente como el Tríptico Flamenco de Agaete-, del pintor Joos van Cleve, que contiene además de las tres tablas principales, con la Virgen de las Nieves en la tabla central y San Antón y San Francisco en las tablas laterales, dos medallones con los donantes - Antón Cerezo, su mujer Sancha Díaz de Zurita y su hijo Francisco de Palomares-, que eran precisamente los hacendados azucareros.
Las relaciones parentales del hacendado azucarero genovés, no sólo dio fama a Agaete y su mar, como emporio comercial, sino que además sitúa a Agaete en el nacimiento de la literatura canaria con Bartolomé Cairasco de Figueroa (Las Palmas de Gran Canaria, 1538-1610), un destacado eclesiástico, músico y poeta que emparentó políticamente al casarse su hermana Constantina con Francisco de Palomares, hijo del hacendado Antón Cerezo. Este matrimonio vincularía para siempre a Cairasco con Agaete, quien además de cantar misa ante el tríptico de la Virgen de las Nieves en 1571, recoge en la tercera parte de su obra poética “Templo Militante,” el Canto de Nuestra Señora de las Nieves.
La razón de la relevancia de las comunicaciones marítimas de Agaete con el continente europeo y con otros puntos del Archipiélago Canario, se debe a que, hasta el 3 de agosto de 1887, Agaete no contó con una carretera que uniera la Villa Marinera con Las Palmas de Gran Canaria-, vía que inauguró en dicha fecha Don Fernando León y Castillo impulsor también del muelle que estaba en construcción. Sería en el año 1889 cuando se termina el que hoy conocemos como “Muelle Viejo“.
Desde entonces Agaete percibió que la modernidad y la prosperidad económica del momento, dependía de las comunicaciones tanto marítimas como terrestres -el telégrafo y el teléfono llegarían en 1898- y, por supuesto, también de las gestiones políticas.
Después de más de cinco siglos de historia, Agaete y su nuevo puerto, continúan siendo lugar y punto estratégico de comunicación- por su cercanía- con la isla de Tenerife, mediante líneas marítimas que transportan mercancías y pasajeros, pero también
un destino turístico tanto para quienes se desplazan utilizando la conectividad marítima para practicar deportes naúticos y navegación con pequeñas embarcaciones de recreo, como para quienes buscan conocer y disfrutar de los recursos naturales, patrimoniales y culturales que ofrece Agaete y toda la Comarca Norte de la isla de Gran Canaria.
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