La existencia de los llamados “caños de agua”, existentes en los acantilados próximos y que proceden del agua que penetra en las arenas finas del entorno natural, dio pie a una población romana en el lugar, y más tarde a otra musulmana.
En cuanto a los romanos, parece que levantan un templo en el mismo tómbolo de Trafalgar dedicado a la diosa Juno, templo que probablemente tenga un origen fenicio. En la zona pueden distinguirse una serie de bloques de piedra dispersos, tal vez pertenecientes a dicha construcción, o quizás a un puerto marítimo. También pueden contemplarse aún numerosas piletas en las que se preparaban salazones con la pesca del litoral, tal como se hacía en Bolonia o en Barbate.
Tras la ocupación musulmana del siglo VIII, se erigió aquí una mezquita. Dada la importancia de la simbología del agua en el la religión islámica, musulmanes del otro lado del Estrecho –aún después de que los cristianos tomaran posesión de toda la zona-, seguían viniendo hasta este lugar para sumergirse en los “caños de Meca”, nombre sin duda que recuerda a la ciudad sagrada del Islam.