Calle Ave María, 39300 Torrelavega, Cantabria, España
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Los lejanos orígenes de Torrelavega la sitúan en la antigüedad como tierra de valientes señores feudales. Las torres defensivas de estos caballeros se asentaban a orillas del bravo río Besaya que baña la vega.
Nos remontamos a la época medieval, situándonos en la Iglesia de la Virgen Grande, levantada sobre el solar que antaño ocupó la Torre de la Vega, residencia de los Señores de la Vega en un principio, y posteriormente sede administrativa y judicial del señorío de las Asturias de Santillana. Originalmente se trataba de una torre defensiva de planta cuadrada a la que posteriormente se le añadió un palacio dispuesto en torno a un patio central, por lo que recibió el sobrenombre de corral o corralón de la Vega.
Lo que serían restos de esta “Torre” fueron derribados en 1937 junto al templo de la Consolación para dar paso a la actual “Iglesia Nueva”.
Como dato curioso, hay quien cuenta que las piedras de la iglesia en la parte que forma la esquina de la Plaza Baldomero Iglesias con el Pasaje de Saro son las auténticas piedras de la “torre de la vega” rescatadas del derrumbe antes de la nueva construcción. Sea cierto, o sólo una leyenda, la verdad es que al pasear por estas calles “huele a historia de Torrelavega”. Y desde este pasaje se abre una bonita visita al resto de la ciudad.
El nombre de Torrelavega está unido al nombre de sus fundadores, los Lasos de la Vega, linaje ilustre en la Historia, y cuya casa era de las mayores de Castilla. Tras los Garcilasos I y II, sin duda fue Leonor de la Vega cuando entroncó con la familia de Mendoza y tomó su lema “Ave Maria Gratia Plena” para el escudo de la villa, la que cambió el curso de la historia de la villa. De aquí nació Iñigo López de Mendoza, primer Marqués de Santillana, que a mediados del s. XV trasladó el centro del señorío a Santillana del Mar, quedando Torrelavega como cabeza administrativa del mayorazgo, y que dejó la ciudad en manos de sus sucesores, los Duques del Infantado, que durante los s XVI al XVIII fue otro de los linajes más importantes de la época.
Esta vega señorial se fue convirtiendo en una ciudad trabajadora, industrial y comercial, y sigue jugando un papel importante como cabecera de la comarca del Besaya, gracias a su privilegiada situación geoestratégica.